Nuestras Sanglas 350, así como otras clásicas de la época, tienen muchas cosas en común, se asemejan las unas de las otras, con mejor o peor acierto.
Aunque sea aventurado afirmar y sin menosprecio al trabajo realizado por sus diseñadores, es lógico pensar que nada aparece a nivel tecnológico de la nada, siempre es evolución o mejora de otro trabajo o prototipo ya vigente.
Una de las tendencias de los motores monocilíndricos de la época, fue su gran carrera. Estamos hablando de motores con una carrera de 93 mm, medida compartida por la 350 y 500. Esta última tenía un diámetro de 82,5 mm frente a los 69 mm de la 350. Esta carrera y diseño de cigüeñal, da una distancia entre centros de cabeza y pie de biela de 173,5 mm.
Otros fabricantes optaron por los motores más cuadrados, aproximando mucho o hasta siendo iguales diámetro y carrera.
Volviendo a nuestras Sanglas, esa carrera tan grande de 93 mm, le ha otorgado características sonoras y mecánicas específicas, tanto para lo bueno como para lo malo. Es de destacar, dentro de lo malo, el temido picado de biela. Cuando una de nuestras Sanglas lo presenta, porque se oye, picado de biela, suele ser demasiado tarde. No hay marcha atrás.
¿Por qué se produce?, podríamos citar multitud de motivos, entre ellos el diseño, pero siendo un poco más selectivos, podríamos hablar de mal calado del encendido y falta de engrase.
No voy a extenderme en las posibles causas o soluciones, lo dejo para otro artículo, en este, solo quiero enseñaros como queda una biela y sus componentes después de un “picado”, que, por otro lado, nunca vemos, dado que cuando lo llevamos a reparar va montado y cuando nos lo devuelven también.
Las fotos siguientes pertenecen a las piezas que me sustituyo Calvet, en la C/Carolinas 23, cuando me reparo el cigüeñal de mí 350/4/2, cuando restaure la moto.
Podéis ver la jaula cabeza de biela, el eje cabeza de biela y los rodillos, en unas condiciones detestables, estaba literalmente reventado. La biela en sí, es recuperable, solo hace falta cambiar el casquillo de apoyo de los rodillos.
Veréis además una dosis de óxido adicional, causada por los 20 años que estuvo fuera del motor, en una caja, esperando el “santo advenimiento”. Cuando me convencí de que no se reparaba solo, me puse manos a la obra y el resultado del rejuvenecimiento de mi “Doña”, ha sido más que bueno. En estos últimos tiempos, dándole una “Mierdesima de cariño” se me mantiene a punto para cuando decido montarla.
Observad el estado de los rodillos, se han deshecho, machacados en ese repiqueteo de biela. Intentad partir una bola o rodillo de un rodamiento y decidme si lo conseguís. No sé calcular los Kg/cm², a que han sido sometidos, pero han debido ser muchos.